jueves, 20 de marzo de 2014

LUZ DE LIBERTAD





Luz de libertad
“Su soledad le acompañaba desde que murió su compañero. Con él compartió felices momentos y los mejores años de su vida.
La luz de la aurora vistió a la tierra de un color tibio y violeta. Con los primeros rayos de sol abrió los ojos y como de costumbre rezó sus oraciones. Agradeció a Dios la posibilidad de poder disfrutar de un nuevo día. Con mucho trabajo y esfuerzo fue moviendo su octogenario cuerpo hasta el borde de la cama. Casi todos los días antes de calzarse volvía su mirada hacia el otro lado y le hablaba:
“Ya falta un día menos para encontrarnos. Sí, ya sé que quieres que no piense en eso y que viva la vida que es el regalo más preciado que nos puedan donar. Lo intento cada día ocupando mi tiempo en todo aquello que abona mi cuerpo y mi espíritu”. Le dio un beso antes de volverse.
Bajó con cuidado y colocó sus deformados pies sobre las zapatillas, se puso despacio la bata que dejaba sobre los pies de la cama y se dirigió al baño. Se aseó. Lo que más le gustaba era peinarse, aunque cada vez tenía menos movilidad en los brazos, siempre había tenido buenas manos; de joven sus amigas y vecinas se disputaban la vez para que les hiciera un bonito peinado.
Cogió la muleta, su amiga inseparable desde que la visitaron aquellos dolores y la inestabilidad le iba ganando terreno, y se dirigió a la cocina. Preparó el desayuno, tenía que darse prisa, hoy tocaba la visita al médico a las 10:30. Había pedido la cita por teléfono, menos mal que se habían inventado aquellos aparatos para evitar algunas salidas innecesarias. Tocaba revisión y renovar las pastillas que tomaba para paliar en cierta forma los agudos dolores de huesos, gracias a Dios no padecía ninguna enfermedad grave a pesar de sus años.

Terminó de recoger la cocina, se metió en la ducha para poder empaparse de litros de fuerza y salió de su casa al ritmo que le permitían sus piernas.
Cuando llegó a la consulta, su médico la saludó efusivamente, siempre la trataba con cariño.
_ ¿Qué tal María? ¿Cómo se encuentra?
_ Bien, atareada, como siempre.
_ Eso está bien. Lo importante es hacer lo que a una le guste. ¿Sigue yendo a su colegio?
_ No lo dejaría por nada del mundo. Ya le he contado que de pequeña no pude ir por problemas familiares, tuve que ponerme a trabajar muy pronto y cuidar a mis hermanos, así que aparqué a un lado mi mayor ilusión. Los años fueron pasando, me casé y aunque no tuve hijos, nunca encontré el momento de salir de aquella cárcel de ignorancia en la que vivía.
Y fíjese, cuando menos pensaba en ello, cuando lo creía todo perdido, llegó aquel maravilloso día que nunca podré olvidar. Ya sabe, murió mi marido, mis pies y mis manos, me vi perdida y sola. Pero una vecina que observó cómo estaba, llegó un día a casa y me habló de un centro de Educación de Adultos que había en la zona, donde además de aprender a leer y a escribir, te trataban con cariño y respeto y podías compartir con otras compañeras una bonita relación de amistad.
Al otro día me arreglé y me dirigí a aquel centro donde encendí la luz de la libertad que me faltaba desde hacía mucho tiempo.
Desde que pisé sus puertas no encontré otra cosa que cariño, amistad, conocimientos, unión y respeto. Y lo más importante, salí de aquel pozo de ignorancia que me oprimía el alma. Porque no hay mayor ignorante que aquel que cree que no lo es.
Su médico se quedó reflexionando sobre aquellas sabias palabras y no pudo dejar de sonreír a aquella paciente que tenía la mente más sana que había observado en todos sus años de experiencia en la consulta. La vio alejarse lentamente pero su sabiduría le daba la agilidad necesaria para seguir viviendo con gran dignidad.
Loli Pareja Tagua (marzo 2014)

8 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  2. ya me perdí de nuevo, después de haber escrito un comentario a LUZ DE LIBERTAD. M.Dolores

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  3. Lo haré de nuevo, si me acuerdo, mañana, ahora ya es tarde, intentaré recordar lo que escribí. M.Dolores.

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  4. Mira que tiene guasa,¡con lo bien que me quedó! y eso precisamente, no lo supe hacer. Por eso sigo probando. Hasta mañana si Dios quiere. A ver si dejo de fallar, en algo me equivoqué.

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  5. Pues sí que me equivoqué veces, seis nada menos. Pues lo voy a intentar de nuevo aunque haya pasado tanto tiempo.

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  6. Muy bonita y real tu historia. Veo reflejada en ella la vida de muchas de tus alumnas, incluyéndome yo en un futuro, quizás, no muy lejano.
    Te FELICITO.M.D

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