El balcón de la memoria
Me asomé al balcón de la memoria y te vi allí en aquel cuarto
que había sido un “soberao” y que ahora servía de aula a tus efímeros juegos de
maestra, donde intentabas inculcar a tus párvulas discípulas las primeras
letras.
Continué mirando y de nuevo te vi en un aula enorme
impregnada de ese olor a goma, a lápiz, a uniforme azul marino, a miedo, a
colonia fresca, a tocas blancas, a juegos eufóricos en el recreo, a escritura,
a costura, a colas de caballos, a rezos, a capilla oscura, a llantos, a tareas
inacabables, a castigos, a diplomas, a sábados de evangelios…
El curso de la vida seguía fluyendo como un río, así
continuabas nadando, a veces a contracorriente, pero tu constancia y cariño a
tus padres por lo que hacían por ti hacía que siguieras remando en aquella
bruma de nuevas asignaturas, nuevas amigas, nuevas tocas, nuevos espacios,
nuevos colores de uniformes, nuevos temores, nuevo género, miradas en suspense
y furtivas, nuevos profesores.
Vas descubriendo en cada gesto, en cada palabra quién derrama
su profesión como bandera, quién trata de inculcar conocimientos de la forma
más amena, saboreas con gusto cada instante. Y continúas en el mismo barco.
Aparecen nuevos profesores, otras formas más abiertas, más activas de enseñar,
participas al mismo nivel construyendo tus propios conocimientos, sacando a la luz tus pensamientos. Navegas
junto a compañeros que como tú van buscando su camino hacia la misma meta.
Surgen las primeras luchas por los derechos, carreras jadeantes, trabajos en
grupos, capital, viajes en tren, asignaturas y profesores que se interponen en
tu camino, que quieren impedir que llegues, te cuestionas tu futuro y conoces
el amor.
Ahora te noto más relajada, por fin llegaste al final de la
odisea, conseguiste lo que tanto tiempo llevabas anhelando, además acompañada
con la persona a la que querías,
caminando por la misma senda.
Surgieron marejadas adversas, no podías desarrollar lo que
más ansiabas, poseías un título pero te sentías huérfana.
Y llegó el día, se cumplieron tus deseos. Tu primer contacto
con la enseñanza fue con niñas de siete años, de nuevo volvías a tus orígenes,
a tus aspiraciones de maestra, a nuevas tocas, a nuevas órdenes que cumplir,
pero no importaba, estabas feliz, intentabas envolver con tu canto la primavera
de la vida, por fin te sentías realizada. Pero como todo tiene un principio
también llegó el final, dejaste aquel jardín en flor, al menos lo habías regado
cariñosamente por lo que seguro brotarían bellas rosas que perfumarían esta
tierra de amor y sabiduría.
De nuevo te sentías
huérfana, así que encontraste clases de apoyo a niños necesitados mientras llegaba la diosa fortuna. Y se
presentó de nuevo tu suerte, lo que menos imaginabas, la que sería tu
experiencia más satisfactoria y emotiva que se pueda disfrutar. Te viste
envuelta con el manto del otoño. Enseñando letras, palabras acompañadas de
sonidos tanto tiempo silenciados, a nuevos olores, a risas frescas, a vergüenza
reprimida, a deseos de aprender, a no firmar con la huella, a cartones
recortados, a pizarra deseosa de llenarse con un sin fin de descubrimientos, a
mujeres luchadoras ansiando salir del pozo de la ignorancia, a esfuerzos, a
mentiras con certezas de seguir adelante sin que nadie pudiera pararlas nunca
más en su camino hacia la cultura.
Y aprendiste que el río de la vida no se puede detener, que
todas las historias te van marcando y acompañando en tu itinerario. Mujeres
trabajadoras tempranas, mujeres huérfanas que supieron luchar para salir
adelante, mujeres maltratadas que plantaron cara a la insensatez, mujeres que
perdieron a hijos en su camino pero supieron dar felicidad a los que la
rodeaban, mujeres viudas sin hijos que encontraron la dignidad en la amistad y
el respeto de las compañeras, mujeres con escasez de recursos pero que
multiplicaban con amor la comida de sus hijos. Mujeres cuidadoras de padres
enfermos y de nietos, entre la primavera de la vida y el ocaso, pero ofreciendo
su labor con entereza, perdiendo horas de sueño y ganando ilusión en el reencuentro
con las compañeras que como ellas, aspiran a hacer de este mundo un lugar
amable donde compartir el humor y los sueños.
Ya ves, has recorrido un gran tramo desde aquel día que te vi
ejerciendo de maestra con tus pequeñas amigas de la infancia, sin embargo, se
cumplieron tus deseos, tus inquietudes y has podido saborear las risas frescas
de la amabilidad, has compartido penas de forma más suave y has encontrado la
felicidad en esos encuentros de risas y buen humor.
Te has enriquecido de
las experiencias vividas y contadas a través de ese gran medio que es la
palabra y la literatura.
Y sigues participando de esta gran empresa que te envuelve
cada día en la que, por encima de todo, el amor es tu gran bandera.
Loli Pareja Tagua Marzo 2017
Me ha encantado como has expuesto, con ésa sencillez y amor que te caracteriza, la historia de tu vida, de tus principios, de tus sueños y tesón en verlos realizados. Esos logros que has conseguido con voluntad, con empeño. Eres un gran ejemplo para todas las mujeres a las que has podido inculcar tus conocimientos sabiendo sembrar en ellas la semilla de la palabra, la literatura, abriendo un camino que muchas por circunstancias ajenas a su voluntad tenían vetado. GRACIAS Loli, eres un ejemplo a seguir. GRACIAS por todo lo que has aportado a mi vida. Te FELICITO desde lo mas profundo de mi corazón.M.D
ResponderEliminarMuchas gracias, todo os lo debo a vosotras, me dais cada día la fuerza necesaria para seguir adelante, pero sobre todo la afectividad que es lo más hermoso que se pueda desear.
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