martes, 7 de septiembre de 2021

 

LA MARIPOSA DE ALAS ROJAS

          Había una vez un jardinero que era capaz de construir suntuosos jardines con bellas figuras de animales. Lo mismo hacía una jirafa con verdes tuyas que una paloma de blancas azucenas.

          Ocurrió que un día llegó a los oídos del rey Augusto, la ingeniosa habilidad que tenía este jardinero.

          Lucinda, la hija del rey, era una muchacha inquieta y hermosa que se había hecho amiga de la hija del guarda de palacio. Juntas pasaban el mayor tiempo jugando y hablando de sus ideales para el futuro.

          Un día, que iban caminando por un puente cercano a palacio, se encontraron con una señora que estaba sentada en el suelo. Rápidamente Lucinda se acercó a ella y le preguntó:

Lucinda: ¿Qué hace ahí sentada, buena señora?

Señora: Me he sentado a descansar un poco, pues llevo algunos años caminando, buscando la mariposa de alas rojas.

Lucinda: ¿Para qué la busca?

Señora: Porque será la que me lleve al lugar encantado donde las personas se convierten en plantas vivientes.

Lucinda: ¡Qué hermosa historia!, le dijo a su amiga Altea. ¿Podemos ayudarla a encontrarla?

Señora: Para mí sería una gran alegría pues cada vez tengo menos fuerza-repuso la mujer.

          Las dos amigas acompañaron a la señora por un angosto camino de madreselvas y enredaderas. Caminando y hablando no se dieron cuenta que la noche había envuelto con su manto gris toda la tierra.

          Altea empezó a preocuparse por sus padres pensando que la estarían buscando. Así que se lo comentó a Lucinda:

Altea: ¿No sería mejor que nos volviéramos a palacio?

Lucinda: Si nos volvemos dejamos a esta buena señora sola, buscando a la mariposa roja, con el peligro de que se pueda caer en cualquier agujero.

          La mujer que las estaba escuchando se acercó a ellas y les dijo:

Señora: Estoy de acuerdo con Altea, seguramente vuestros padres os estarán buscando y estarán muy preocupados sin saber dónde estáis. Sería mejor que volvierais. Yo os esperaré en aquella gruta mañana. Gracias, pequeñas, me habéis dado una gran alegría pues hacía tiempo que no hablaba con alguien de vuestra edad. Sí, desde que mi hija…

          Lucinda no podía resistir el que alguien la dejara a medias.

Lucinda: ¿Qué le pasó a su hija?

Señora: Un día que fue a la fuente por un cántaro de agua desapareció. Por más que la buscamos no encontramos más que el cántaro.

Altea: ¿Y qué hizo entonces? – preguntó muy triste Altea.

Señora: Pues empecé a caminar y buscar, por todas partes, a alguien que me pudiera dar alguna información sobre mi hija.

Lucinda: ¿Cuánto tiempo hace que ocurrió?-preguntó impaciente Lucinda.

Señora: Ya van a hacer cinco años. Mi hija podría tener ahora dieciséis años.

Altea: ¿Y por qué busca la mariposa de alas rojas?

Señora: Porque cuando encontré el cántaro que llevaba salía una gota de agua que me dijo: “Busca a la mariposa roja, ella te llevará hasta donde está tu hija”. Y desde entonces no he parado de caminar buscándola.

Altea: ¡Qué historia más triste! Nosotras la ayudaremos a encontrar esa mariposa.

          Las niñas volvieron a palacio pues estaba oscureciendo y nunca se habían alejado tanto. Al otro día muy temprano salieron para acompañar a la señora a buscar la mariposa de alas rojas.

          Pero ocurrió que cuando llegaron a la gruta no estaba la señora.

Lucinda sorprendida dijo a su amiga:

Lucinda: ¿Qué habrá ocurrido?

Altea: Seguramente no habrá tenido paciencia para esperarnos. Ella desea cuanto antes encontrar a su hija – contestó Altea.

          De repente salió de la gruta un fuerte viento que arrastraba todo lo que encontraba a su paso. Las niñas se abrazaron para que no las llevara el viento. Mas todo fue inútil, salieron volando, al igual que las hojas, a través de un pasadizo que había en la gruta. Rápidamente se encontraron en un hermoso jardín convertidas en dos hermosos cisnes de blanco azahar.

          Mientras, en palacio, comenzaron a preocuparse por la desaparición de las niñas. El fiel servidor que el rey había mandado para que trajera al mago de las flores, no se había enterado de la noticia porque le pilló de camino.

          Estaba descansando cuando vio desde lejos una hermosa mariposa roja posada sobre las flores blancas de una esplendorosa adelfa. Se sorprendió al comprobar que sus alas tenían forma de abanicos y en las puntas se apreciaban como gotas de un transparente rocío.

          Atraído por esta bella imagen, nunca vista, se acercó para comprobar mejor el brillo que tenía en los filos de sus fantásticas alas.        La mariposa alzó el vuelo al notar su presencia, pero parecía que quería que la siguiera porque iba dejando un sendero brillante a través del camino por donde volaba. El apuesto muchacho comenzó a seguirla y se adentró en un extraño jardín todo lleno de hermosas figuras florales  con forma de animales. De repente, la mariposa se posó en una paloma hecha de embriagadoras rosas blancas.

          El muchacho se acercó para poder comprobar de cerca tal maravilla, entonces la mariposa desprendió unas gotas de sus alas en las manos del joven, el cual acarició con delicadeza aquella paloma. Inmediatamente la paloma se fue transformando en una bella muchacha.

Muchacha: Gracias por haber quitado mi hechizo.

          El servidor del rey quedó sorprendido ante lo que estaban viendo sus ojos.

Muchacha: Llevaba varios años convertida en paloma. Todas las figuras que estás observando están encantadas, todas corresponden a personas que han sufrido el hechizo del mago de las flores.

Joven: ¿Cómo podríamos desencantar a estas hermosas figuras? – Preguntó el muchacho algo preocupado por la mala suerte que habían tenido todas aquellas personas.

Muchacha: Tenemos que conseguir que la mariposa roja esparza su delicado rocío sobre todas las figuras, como tú lo has conseguido conmigo. Pero ahora escondámonos para que el mago no pueda encontrarnos y nos vuelva a hechizar.

          El joven comprendió que este mago era al que venía a buscar para llevarlo a palacio. Gracias a la mariposa de alas rojas había desentrañado el secreto de tan perverso jardinero.

          Estaban detrás de dos hermosos cisnes cuando la mariposa se acercó a ellos de nuevo, derramando sobre sus manos su preciado rocío. Rápidamente  posaron sus manos sobre los cisnes y aparecieron las dos amigas.

Lucinda: Mira, Altea, esta debe ser la muchacha que buscaba la señora.

Muchacha: ¿A qué señora os referís?

Altea: A aquella que aparece del erizo de verde yuca.

          El muchacho acababa de acariciarla con el transparente rocío de la mariposa y había aparecido la señora que les contó tan triste historia.

          Madre e hija se abrazaron, no sin antes agradecer al joven lo que había conseguido.

          La mariposa fue desencantando a todas las figuras florales, quedando el jardín mustio y triste.

          Al jardinero lo llevaron a palacio pero el rey mandó que lo metieran en una habitación de la torre hecha de piedras donde no pudiera acercarse ni oler ninguna flor.

domingo, 17 de junio de 2018

Oportunidad al amor



Oportunidad al amor
Ya no hay vuelta atrás. Quizás no tendría que haberle dicho nada a S.
Camino de la escuela sentía una inquietud que desbordaba mi ánimo.
 Había estado estudiando hasta la madrugada el examen de Psicología, tenía que aprobarlo, no me podía permitir suspender o me quitarían la beca. Mi compañera de habitación me animaba:
- No te preocupes, ya verás cómo todo sale bien.
- Si no le hubiera dicho nada a Serafín, ahora no estaría así. ¿Y si me rechaza?
- De todas formas hay que dar una oportunidad a la vida, al amor. Y ¿si sale bien?
- No creo que se haya percatado ni siquiera un momento de que existo.
- Bueno, pues ahora no va a tener más remedio. Lo mismo se da el flechazo.
- ¡Qué optimista eres! ¡Ojala yo fuera como tú!
- Venga, vamos a dormir un rato que si no mañana roncaremos en el examen.
Se subió a la parte de arriba de la litera no sin antes haber pasado por el baño y realizar sus ejercicios de estiramiento de huesos que tanta gracia me producían.
Ya con la luz apagada intenté recordar cómo había ocurrido todo hasta llegar a este estado de inquietud.
Sabía que había llegado el día y me tenía que enfrentar a él. Era un martes frío de Febrero, iba con mi chubasquero azul marino, que me compré en una tienda de Marqués de Pickman ese curso, pues las nubes amenazaban lluvia. Entre burlas y carcajadas mis compañeras no dejaban de animarme camino a la escuela.
En el examen intentaba concentrarme con las preguntas, incluso escribía más de lo que había estudiado, todo para alargar el tiempo. No quería que terminara pues así tenía la oportunidad de no encontrarlo. Pero todo fue en vano.
Al salir al patio, donde me esperaba mi compañera, lo vi bajando de la clase de música, su asignatura preferida,  ya me explicó después de algún tiempo que era a la que dedicaba más horas intentando solfear o tocar la flauta, lo que hacía que su familia aprovechara para salir a hacer los mandados.
Venía con su chubasquero rojo, su vaquero y sus barbas, las tres cosas que lo caracterizaban y que habían hecho que me fijara en él. También porque iba normalmente con un compañero de mi clase. Yo, con mi chubasquero azul y los nervios que me acompañaban desde el día anterior.
Lo miré, me miró y no sé lo que mis nervios me dejaron decirle. Él sugirió:
- Podríamos quedar el viernes después de una clase particular que doy a una niña en Los Pajaritos. Así nos conocemos.
Aprobé el examen y el curso, continué con la beca para alivio de mis padres. Y aún continuamos conociéndonos.

lunes, 27 de marzo de 2017



El balcón de la memoria
Me asomé al balcón de la memoria y te vi allí en aquel cuarto que había sido un “soberao” y que ahora servía de aula a tus efímeros juegos de maestra, donde intentabas inculcar a tus párvulas discípulas las primeras letras.
Continué mirando y de nuevo te vi en un aula enorme impregnada de ese olor a goma, a lápiz, a uniforme azul marino, a miedo, a colonia fresca, a tocas blancas, a juegos eufóricos en el recreo, a escritura, a costura, a colas de caballos, a rezos, a capilla oscura, a llantos, a tareas inacabables, a castigos, a diplomas, a sábados de evangelios…
El curso de la vida seguía fluyendo como un río, así continuabas nadando, a veces a contracorriente, pero tu constancia y cariño a tus padres por lo que hacían por ti hacía que siguieras remando en aquella bruma de nuevas asignaturas, nuevas amigas, nuevas tocas, nuevos espacios, nuevos colores de uniformes, nuevos temores, nuevo género, miradas en suspense y furtivas, nuevos profesores. 

lunes, 18 de julio de 2016

CARTA A ESCRITORAS/ES



Queridos todos y todas, es la primera vez que os dirijo unas palabras y os preguntaréis que por qué lo hago.
Pues precisamente quiero en esta ocasión agradeceros las que durante tantos años me habéis donado altruistamente. Y cuando digo tantos años me tengo que remontar a mi infancia. Aún no sabía leer, pero disfrutaba de los cuentos que tan pausadamente me contaban mis progenitores, agregando alguna palabra o expresión nueva al original; sin tener idea entonces que existían unos seres creadores de palabras capaz de hacer vivir las emociones más intensas.
Cuando descubrí la lectura, años más tardes, empecé a buscar los minutos que me aislaran del mundo real para zambullirme en ese otro sorprendente y fantástico de los tebeos y cuentos.
Un poco después alternaba la lectura de textos educativos  con aquellos otros que muchos de vosotros habiais escrito relacionados con la liteatura.
Así fui aficionándome a compartir mi vida cotidiana con todas aquellas aventuras que tan ingeniosamente fraguabais. Se convirtió en una expectante rutina el estar un rato con vosotros, ya no podía pasar sin todas aquellas palabras que me regalabais día a día.
Fui forjando mi vocabulario pero sobre todo mi horizonte se amplió geográfica y temporalmente.
Empecé a conocer otros países, ciudades, épocas.
 La amalgama de personajes que hilvanabais con tan singular maestría, me evocaban la amplia gama de diseños de vida.
Y aún continúo con este gran placer que te ofrece la literatura y sus diversos géneros literarios. Ahora intento que otras personas gocen y creen textos literarios, porque cada una posee la facultad de jugar con las palabras, ese don que todos podemos ofrecer.
Por todo esto, gracias infinitas, por haberme ofrecido la palabra como fuente de sueños.

sábado, 28 de mayo de 2016

Baños de la Encina

En Baños de la Encina (Jaén)

Un viaje inolvidable a tierras de Jaén con el centro de Adultos Juan XXIII,  mayo 2016.

sábado, 20 de febrero de 2016

Palabras silenciadas

En un pequeño pueblo del planeta Tierra, donde los habitantes se llevaban bastante bien, apareció un día un extraño comprador. Se presentó una tarde de primavera cuando el aroma a azahar bañaba el ambiente. Venía vestido con una chaqueta brillante, multicolor.  Los habitantes nunca habían visto a una persona tan peculiar. Además, los que atravesaban aquel pequeño pueblo normalmente se paraban para vender algo pero no para comprar. Se situó en medio de la plaza, donde los habitantes solían pasar los mejores momentos de charla y diversión, subiéndose en una plataforma y los llamó a todos con una voz aguda: -¡Habitantes de Armonía, he llegado desde muy lejos para compraros algo que poseéis en abundancia! Todas las personas que allí acudieron se miraban extrañadas pues no creían que poseyeran algo material que vender, es más, poseían lo justo para vivir y fruto del esfuerzo diario, ya que sembraban ellos mismos lo que después consumían. Pero lo que sí poseían era una gran armonía, compartían todo lo que tenían y nunca se enfadaban por nada. Mientras laboraban la tierra y sembraban sus productos se turnaban para cantar o contar alguna bonita historia que creaban al compás del trabajo. Todos los habitantes tenían curiosos nombres, algunos se llamaban como la patrona del pueblo, Armonía, y otros, Esperanza, Amor, Luz, Sabiduría, Paciencia, Virtud, Razón, Diálogo, Trabajo, Entendimiento, Generosidad, Deseo, Justicia, Equidad, Altruismo, Tesón… Poco a poco se fueron acercando y rodeando al estrafalario comprador. -Ya sé por qué os extrañáis, no quiero comprar verduras, ni animales, ni tierra. Lo que quiero comprar son vuestros nombres. – ¿Y qué nos darás a cambio? preguntó una mujer llamada Sabiduría. – Buena pregunta. Pues os daré nuevas semillas para vuestras tierras y tendréis la oportunidad de probar otras verduras y frutas que traigo de otras ciudades y países.

jueves, 20 de marzo de 2014

LUZ DE LIBERTAD





Luz de libertad
“Su soledad le acompañaba desde que murió su compañero. Con él compartió felices momentos y los mejores años de su vida.
La luz de la aurora vistió a la tierra de un color tibio y violeta. Con los primeros rayos de sol abrió los ojos y como de costumbre rezó sus oraciones. Agradeció a Dios la posibilidad de poder disfrutar de un nuevo día. Con mucho trabajo y esfuerzo fue moviendo su octogenario cuerpo hasta el borde de la cama. Casi todos los días antes de calzarse volvía su mirada hacia el otro lado y le hablaba:
“Ya falta un día menos para encontrarnos. Sí, ya sé que quieres que no piense en eso y que viva la vida que es el regalo más preciado que nos puedan donar. Lo intento cada día ocupando mi tiempo en todo aquello que abona mi cuerpo y mi espíritu”. Le dio un beso antes de volverse.
Bajó con cuidado y colocó sus deformados pies sobre las zapatillas, se puso despacio la bata que dejaba sobre los pies de la cama y se dirigió al baño. Se aseó. Lo que más le gustaba era peinarse, aunque cada vez tenía menos movilidad en los brazos, siempre había tenido buenas manos; de joven sus amigas y vecinas se disputaban la vez para que les hiciera un bonito peinado.
Cogió la muleta, su amiga inseparable desde que la visitaron aquellos dolores y la inestabilidad le iba ganando terreno, y se dirigió a la cocina. Preparó el desayuno, tenía que darse prisa, hoy tocaba la visita al médico a las 10:30. Había pedido la cita por teléfono, menos mal que se habían inventado aquellos aparatos para evitar algunas salidas innecesarias. Tocaba revisión y renovar las pastillas que tomaba para paliar en cierta forma los agudos dolores de huesos, gracias a Dios no padecía ninguna enfermedad grave a pesar de sus años.